
El 31 de julio en el calendario católico se celebra la festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, conocida como la Orden de los Jesuitas. San Ignacio nació en 1491 en el País Vasco y dedicó su vida a la labor misionera y la educación.
San Ignacio fue un soldado convertido en santo, cuya visión dio lugar a la fundación de la orden religiosa más grande y poderosa de la Iglesia Católica. Falleció el 31 de julio de 1556 y fue canonizado por el Papa Gregorio XV en 1622.
Los jesuitas, siguiendo las enseñanzas de San Ignacio, se han destacado por su labor educativa, misionera y social en todo el mundo. Su lema «Ad Maiorem Dei Gloriam» (Para la mayor gloria de Dios) refleja su compromiso con el servicio a los demás.
En la tradición católica, el «Sanctorale» es el conjunto de celebraciones de los santos a lo largo del año litúrgico. San Ignacio de Loyola es uno de los santos más venerados en el calendario católico y su fiesta el 31 de julio es una ocasión para recordar su vida y legado.
Además, el 31 de julio también se celebra la festividad de San Calimerio, mártir del siglo IV que murió por su fe en Italia. Esta coincidencia en la fecha subraya la riqueza y diversidad de la santidad dentro de la tradición católica.
En resumen, la celebración de San Ignacio de Loyola el 31 de julio es un recordatorio de la importancia de vivir una vida de servicio a Dios y a los demás, siguiendo el ejemplo de este santo y de todos los que han entregado sus vidas por su fe.