El 18 de agosto se celebra en el santoral católico a santa Helena, la madre del emperador Constantino I. Esta mujer, nacida en el siglo III en Bitinia, Asia Menor (actual Turquía), es especialmente conocida por haber sido una figura importante en la historia del cristianismo.
Helena se convirtió al cristianismo en su madurez y desempeñó un papel fundamental en la difusión y promoción de esta religión. Se le atribuye haber encontrado la Vera Cruz en Jerusalén, donde según la tradición fue crucificado Jesucristo. Además, se dice que construyó muchas iglesias y monasterios en Tierra Santa, incluido el Santo Sepulcro.
A lo largo de los siglos, santa Helena ha sido venerada por su devoción, humildad y caridad hacia los necesitados. Su influencia en la vida de su hijo Constantino I también es notable, ya que se convirtió en el primer emperador romano en convertirse al cristianismo y en promover la tolerancia religiosa en el imperio.
En el día de su festividad, se recuerda el legado espiritual de santa Helena y se le pide su intercesión para fortalecer la fe y la devoción de los creyentes. Su vida nos enseña la importancia de la perseverancia en la fe y la caridad hacia los demás, valores que siguen siendo relevantes en la actualidad.
Santa Helena, madre de Constantino I, es un ejemplo de fe y fortaleza para los cristianos de todo el mundo, y su legado perdura a través de los siglos como un testimonio de amor por Dios y por el prójimo. Que su ejemplo inspire a todos a seguir el camino del Evangelio y a vivir con generosidad y compasión hacia los demás.
